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El salón de "El Progreso" en pleno barrio de
Barracas. En Montes de Oca esquina California encontramos un
noble edificio de planta baja y un piso alto, construido en
1911, por los prestigiosos arquitectos Emilio Hugue y Vicente
Colmegna, autores también de la sucursal Barracas del
Banco de la Nación, en Montes de Oca 1699 y de la Casa
Moussion en Callao y Sarmiento, entre muchas obras más.
En la planta baja del edificio en cuestión, por Montes
de Oca 1700, se accede al café El Progreso, uno de los
tradicionales del barrio de Barracas.En California, pese a sus
38 años de inactividad, todavía brillan las vías
del tranvía; por ella corrían el 74 que desde
el Correo Central iba para Gerli, y el 10 que habiendo partido
en Plaza Italia buscabasu destino en Sarandí.
Un toldo metálico rebatible protege del exceso de luz.
Su espacio es generoso, las mesas están dispuestas cómodamente.
La boiserie, y la mampara de madera que da intimidad al salón
familiar, con sus tres pequeños pilares, coronados con
plantas, que separan rítmicamente sus cuatro vidrios
martelinados, con ornamentos art-decó esmerilados, son
dos de las características más destacadas del
café. Dos columnas en medio del salón y los caños
de los ventiladores de techo, son los elementos verticales en
la geométrica composición. La barra; mostrador
de madera, que incluye una heladeraque muestra la variedad de
fiambres de la casa, tiene su grifo con forma de cisne. Sobre
la pared, detrás del mostrador, botellas de Tres Plumas,
Terry, Boussacq, Rhum Negrita, Hesperidina, anís 8 Hermanos,
whisky Criadores y ginebra Bols se alinean delante del espejo,
en estantes de vidrio o de madera. Más arriba, una guarda
decorativa, con espejos en forma de rombo, completa el sector.
Un letrero invita a pedir los tostados mixtos. |
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Un trabajador que terminó
su jornada, y que está impecablemente peinado, devora las medialunas
que acompañan al submarino.Las altas ventanas de madera, del
tipo guillotina, tienen dos barrales a diferentes alturas, para que
las cortinas se desplacen mejor.Con la elegancia que los caracteriza,
un gato camina entre las patas de las mesas, mientras el sol de las
seis y media de la tarde salpica al salón, y se escucha el
ruido de las tacitas al ser acomodadas sobre la máquina de
café.
La señora María Licinia Tomás de Moreno, su propietaria,
llegó hace cuarenta años, cuando tenía 26, con
su marido Aureliano Moreno, y su pequeño hijo. Venían
de España, de Asturias, de Villaviciosa exactamente, entre
el mar Cantábrico y la Cordillera de Sueve. Aureliano y María
se hicieron cargo del bar "El Progreso", que ya funcionaba
con ese nombre desde muchos años antes. Trabajaron intensamente,
sin francos ni vacaciones, solamente cerraban el 1 de mayo y el 17
de agosto. Aureliano falleció hace algunos años.
Aquí se filmaron publicidades, escenas de algunas películas,
y de tanto en tanto los estudiantes de cine realizan algunas tomas.
El dibujo de una bailaora sobresale en la pared del salón de
familias. Un artículo, publicado en La Nación, de Omar
Goncebat, que María recomienda leer, dice: "La terapia
de la lentitud. Una tendencia de fin de siglo, recuperar la sencillez
y eliminar las prisas, trabajando,ganando y consumiendo menos, puede
repercutir positivamente y mejorar la calidad de la existencia".
Toda una filosofía de vida.
Barracas, el barrio de Dionisia Miranda, la rubia pulpera de Santa
Lucía, además de El Progreso, tuvo muchos cafés,
como el famoso T.V.O. de Montes de Oca, frecuentado por los músicos
y vecinos Eduardo Arolas y Agustín Bardi; el café El
León, de Montes de Oca y Australia, donde tocó el bandoneón
un músico conocido por "El Quija", del que Enrique
Cadícamo dice en un poema: "En el año doce, tocó
en El León./ Un café famoso que había en Montes
de Oca/ casi esquina Australia. Y su bandoneón / a muchos incrédulos
tapó la boca"; La Luna, en Montes de Oca y Uspallata:
La Banderita, en Suárez y Montes de Oca; La Flor de Barracas,
en Arcamendia y Suárez; El Sultán, de Iriarte y Montes
de Oca, y La Armonía de Iriarte y Herrera, son sólo
algunos de ellos.¡Barracas! Así se la conoce a esta zona
de la ciudad desde el siglo XVII, cuando comenzaron a instalarse en
el lugar construcciones precarias, barracas, para almacenar cueros
y otros productos queentraban o salían de la ciudad por el
Riachuelo. Así a diferencia de otros barrios, el nombre de
Barracas, surge de una apropiación entre simbólica y
práctica del lugar en sí.Escuchamos a Gregorio Traub,
vecino y fiel barraquense, el café El Progreso, es el lugar
natural para continuar hablando sobre las historias y las leyendas
de este romántico y bello barrio.
*Texto extraído del libro "Cafés
de Buenos Aires" (Arq. José María Peña;
Arq. Horacio J. Spinetto; Gabriel Sánchez Sorondo). |
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